La historia de Santa Claus, San Nicolás de Bari
En muchos países está extendida la figura de Santa Claus, al igual que en otros está la de los Reyes Magos. Santa Claus es un personaje simpático y rechoncho que trae regalos a los niños que se han portado bien en cuando llega la Navidad. Santa Claus tiene muchos nombres: Viejito Pascuero, Colacho, Papá Noel o, el más fiel a su origen, San Nicolás.
En el año 280 hubo un hombre llamado Nicolás de Bari. Este hombre nació en Patara, un territorio que hoy pertenece a Turquía. Nicolás era hijo de un comercial de gran éxito en el Mar Adriático. Su padre siempre quiso que siguiese sus pasos y se convirtiera en una persona reputada que alimentara el buen nombre de su familia, pero su madre, en cambio, quería que se consagrara al cristianismo convirtiéndose en sacerdote, como lo era su tío.
Los padres de Nicolás eran buenas personas. Se preocupaban por la gente de su ciudad y ayudaban sin remordimientos. Nicolás fue instruido en las mismas costumbres bondadosas y, gracias a eso, vio morir a sus dos padres contagiados por las enfermedades de las personas a las que intentaban curar. Siendo casi un niño y huérfano, con una fortuna a su espalda, Nicolás decidió que no necesitaba todo su imperio y lo donó entre la gente pobre, para después irse con su tío a convertirse en sacerdote. Lo logró con 19 años, y después reemplazó a su tío tras su muerte.
Nicolás fue conocido, al principio, por lo bondadoso de su corazón. Cuenta la historia que no tenía reparo en dar oro a quien lo necesitara y que sentía predilección por los niños y, más específicamente, por chicas jóvenes que estuvieran destinadas a casarse pero no tuvieran recursos que las hicieran atractivas hacia los hombres. Consciente de que no tener tierras o dinero podía significar, tras pasar su infancia, que estas chicas quedaran tildadas de solteronas y despojos de la sociedad, prestaba especial atención para salvarlas de ese destino.
Existe una historia sobre esto, en la que cuentan que conoció a las 3 hijas de un hombre pobre. Las 3 hijas habían sido rechazadas para comprometerse por su falta de patrimonio, y el hombre apenas podía ganar dinero para vivir los 4. Nicolás, cuando se enteró, les entregó una bolsa llena de oro a cada una de ellas. Después, cuando llegaba la noche y todos los vecinos estaban guarecidos en la calidez de sus hogares, Nicolás salía de su convento, iba hasta su casa, se colaba dentro, y buscaba la ropa secándose del día anterior. Enfrente de la chimenea había unos calcetines que se habían estado secando de lavarse el día anterior. Cuando los encontraba, echaba dentro monedas de oro, salía, y volvía sin que nadie lo supiera a su hogar. Otra versión de la historia dice que no les dio esas bolsas de oro ni que se coló en su casa, sino que supo de las niñas, subió hasta la chimenea, y echó las monedas de oro dentro, con la casualidad de que fueron a caer en los calcetines que había colgados de estarse secando el día anterior. Y es ahí de donde viene la costumbre de dejar calcetines colgados frente a la chimenea para que en la noche de Navidad se llenen con regalos y la imagen de Papá Noel colándose por la chimenea de las casas.
En el año 280 hubo un hombre llamado Nicolás de Bari. Este hombre nació en Patara, un territorio que hoy pertenece a Turquía. Nicolás era hijo de un comercial de gran éxito en el Mar Adriático. Su padre siempre quiso que siguiese sus pasos y se convirtiera en una persona reputada que alimentara el buen nombre de su familia, pero su madre, en cambio, quería que se consagrara al cristianismo convirtiéndose en sacerdote, como lo era su tío.
Los padres de Nicolás eran buenas personas. Se preocupaban por la gente de su ciudad y ayudaban sin remordimientos. Nicolás fue instruido en las mismas costumbres bondadosas y, gracias a eso, vio morir a sus dos padres contagiados por las enfermedades de las personas a las que intentaban curar. Siendo casi un niño y huérfano, con una fortuna a su espalda, Nicolás decidió que no necesitaba todo su imperio y lo donó entre la gente pobre, para después irse con su tío a convertirse en sacerdote. Lo logró con 19 años, y después reemplazó a su tío tras su muerte.
Nicolás fue conocido, al principio, por lo bondadoso de su corazón. Cuenta la historia que no tenía reparo en dar oro a quien lo necesitara y que sentía predilección por los niños y, más específicamente, por chicas jóvenes que estuvieran destinadas a casarse pero no tuvieran recursos que las hicieran atractivas hacia los hombres. Consciente de que no tener tierras o dinero podía significar, tras pasar su infancia, que estas chicas quedaran tildadas de solteronas y despojos de la sociedad, prestaba especial atención para salvarlas de ese destino.
Existe una historia sobre esto, en la que cuentan que conoció a las 3 hijas de un hombre pobre. Las 3 hijas habían sido rechazadas para comprometerse por su falta de patrimonio, y el hombre apenas podía ganar dinero para vivir los 4. Nicolás, cuando se enteró, les entregó una bolsa llena de oro a cada una de ellas. Después, cuando llegaba la noche y todos los vecinos estaban guarecidos en la calidez de sus hogares, Nicolás salía de su convento, iba hasta su casa, se colaba dentro, y buscaba la ropa secándose del día anterior. Enfrente de la chimenea había unos calcetines que se habían estado secando de lavarse el día anterior. Cuando los encontraba, echaba dentro monedas de oro, salía, y volvía sin que nadie lo supiera a su hogar. Otra versión de la historia dice que no les dio esas bolsas de oro ni que se coló en su casa, sino que supo de las niñas, subió hasta la chimenea, y echó las monedas de oro dentro, con la casualidad de que fueron a caer en los calcetines que había colgados de estarse secando el día anterior. Y es ahí de donde viene la costumbre de dejar calcetines colgados frente a la chimenea para que en la noche de Navidad se llenen con regalos y la imagen de Papá Noel colándose por la chimenea de las casas.
La fama de Nicolás fue creciendo como una salvación para los necesitados. Cuando la gente se sentía insegura, rezaba a Nicolás, esperando que su gracia y su misericordia les ayudaran. Cuenta la leyenda que, efectivamente, esto se habría quedado solo en historias, si no fuera porque de verdad pasó. Y es que cuando Nicolás encontró a 3 niños que habían sido sacrificados para que se los comieran los clientes de un hostal, los bendijo y estos volvieron a la vida. Desde que pasó esto, se le representa con 3 niños al lado. Se cuenta que hubo condenados a muerte que Nicolás descubrió su inocencia, mirando dentro de su alma, y les salvó la vida. Se cuenta, también, que llegó a ser patrón de los marineros, porque una vez, en barco sumido en la tempestad en pleno mar, gritaron y rezaron para que Nicolás les protegiera, y su figura se apareció ante ellos, tras lo cual la tormenta amainó hasta detenerse. Incluso, se cuenta, que cuando visitaba ciudades ocurrían milagros en ellas.
Y así se gestó la leyenda de Nicolás y se extendió su historia por Europa, donde había creencias paganas que se mezclaron con la suya.
En Roma se realizaban fiestas en el mes de diciembre en honor al dios del tiempo Cronos, que corresponde con Saturno. En esas fiestas, los mayores hacían regalos a los niños. En Italia, los niños recibían regalos de una bruja llamada Befana. Estos dos sitios, al mezclar su historia con la de Nicolás, crearon la figura del hombre que daba regalos y amaba a las personas buenas.
En Cataluña existía la figura de Tió o Tió de Nadal, antecesor de lo que hoy conocemos como el Cagané en los belenes, que consistía en una piñata a la que llenaba de comida como trozos de fruta y restos de comida. Esta piñata, que era un tronco viejo, representaba a un hombre que había estado comiendo los días anteriores sin parar, y tenía la posición de estar defecando. Y cuando llegaba el día de Navidad, se rompía la piñata, haciéndole cagar, y todo lo que había comido, salía como un símbolo de abundancia para el próximo año. Esto fue un elemento antecesor del saco interminable lleno de regalos que Santa Claus lleva en la actualidad. En otros pueblos europeos y especialmente españoles, existían historias de que había duendes y seres pequeños, con barba blanca, botas y gorros, que traían regalos a los niños. Y en Galicia existía la figura del Apalpador, que llegaba en Navidad a palpar las barrigas de los niños, y que daba castañas a los más delgados para que no pasaran hambre, y carbón a los más gorditos para que calentaran la casa.
Todos estos elementos paganos fueron sustituidos, paulatinamente, por la figura de Papá Noel que conocemos hoy día.
Pero no fue hasta principios del siglo XVII cuando San Nicolás se convirtió en Santa Claus, y eso sucedió en EEUU. En 1624, muchos holandeses emigraron al nuevo continente en busca de una vida mejor. Allí se fundó la ciudad de Nueva Ámsterdam, que más tarde se llamaría Nueva York, y en ella implantaron sus costumbres europeas. El Sinterklaas es una festividad que se celebra en la noche del 5 a 6 de diciembre en Holanda, y al instaurarla allí,la palabra se fue transformando con el paso de las generaciones hasta convertirse en Santa Claus.
Al principio se le representaba como un elfo bajito y delgado que ibaen un trineo con nueve renos, entre los que se incluía Rudolf, y en el siglo XIX pasó a ser representado con la figura actual del abuelito barbudo y bonachón. Fue allí cuando se adquirió su vestimenta, que estaba basada en la que llevaría el San Nicolás original, y no fue gracias a Coca-Cola, como muchos creen. Tradicionalmente se le ha representado de verde o de rojo, aunque gracias a las campañas publicitarias de las últimas décadas (y aquí sí que ha tenido mucho que ver Coca-Cola), la figura que se estableció fue la de rojo, que se basaba en la túnica del Nicolás original.
En Cataluña existía la figura de Tió o Tió de Nadal, antecesor de lo que hoy conocemos como el Cagané en los belenes, que consistía en una piñata a la que llenaba de comida como trozos de fruta y restos de comida. Esta piñata, que era un tronco viejo, representaba a un hombre que había estado comiendo los días anteriores sin parar, y tenía la posición de estar defecando. Y cuando llegaba el día de Navidad, se rompía la piñata, haciéndole cagar, y todo lo que había comido, salía como un símbolo de abundancia para el próximo año. Esto fue un elemento antecesor del saco interminable lleno de regalos que Santa Claus lleva en la actualidad. En otros pueblos europeos y especialmente españoles, existían historias de que había duendes y seres pequeños, con barba blanca, botas y gorros, que traían regalos a los niños. Y en Galicia existía la figura del Apalpador, que llegaba en Navidad a palpar las barrigas de los niños, y que daba castañas a los más delgados para que no pasaran hambre, y carbón a los más gorditos para que calentaran la casa.
Todos estos elementos paganos fueron sustituidos, paulatinamente, por la figura de Papá Noel que conocemos hoy día.
Pero no fue hasta principios del siglo XVII cuando San Nicolás se convirtió en Santa Claus, y eso sucedió en EEUU. En 1624, muchos holandeses emigraron al nuevo continente en busca de una vida mejor. Allí se fundó la ciudad de Nueva Ámsterdam, que más tarde se llamaría Nueva York, y en ella implantaron sus costumbres europeas. El Sinterklaas es una festividad que se celebra en la noche del 5 a 6 de diciembre en Holanda, y al instaurarla allí,la palabra se fue transformando con el paso de las generaciones hasta convertirse en Santa Claus.
Al principio se le representaba como un elfo bajito y delgado que ibaen un trineo con nueve renos, entre los que se incluía Rudolf, y en el siglo XIX pasó a ser representado con la figura actual del abuelito barbudo y bonachón. Fue allí cuando se adquirió su vestimenta, que estaba basada en la que llevaría el San Nicolás original, y no fue gracias a Coca-Cola, como muchos creen. Tradicionalmente se le ha representado de verde o de rojo, aunque gracias a las campañas publicitarias de las últimas décadas (y aquí sí que ha tenido mucho que ver Coca-Cola), la figura que se estableció fue la de rojo, que se basaba en la túnica del Nicolás original.
Nicolás fue nombrado santo en 1902, cuando su leyenda ya había alcanzado más de medio mundo.
Al tratarse de una figura pública tan extendida en tantos países, las marcas quisieron hacerse eco de ellas y es por eso que la figura de Santa Claus se ha extendido por todo el mundo. Su nombre fue adaptándose en los distintos países, pero siempre significaba lo mismo: el padre de la navidad. Alguien bueno que podía que dar algo a todos, y que venía todos los años a nuestros hogares.
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